Los cambios en la función intestinal pueden deberse a diversas causas. Puede ser estructural, como daños nerviosos o musculares como consecuendia de la cirugía o de heridas. Algunos medicamentos influyen en el funcionamiento del intestino.

Pueden surgir problemas debido a la falta de ejercicio, la dieta y el sobrepeso. Los viajes y los cambios en los hábitos afectan a la salud intestinal y pueden provocar problemas temporales.

El hecho de no beber suficiente líquido puede provocar estreñimiento. El alcohol, especialmente la cerveza, puede causar problemas intestinales.

Estreñimiento

El estreñimiento puede causar un bloqueo en el intestino, que interrumpirá el tránsito intestinal a excepción de heces acuosas, que son difíciles de controlar y pueden salirse fácilmente por el ano.

La cirugía, como la que se realiza en casos de hemorroides, abscesos, fístulas o de reparación de desgarros, puede llevar a episodios dolorosos en el lavabo. El miedo a ir al lavabo debido a este dolor provoca que el paciente retenga las heces, lo que da lugar a bloqueos y estreñimiento.

Algunas enfermedades, como el síndrome del intestino irritable (SII), también pueden provocar estreñimiento y diarrea.

Pueden surgir problemas de control intestinal por los repetidos esfuerzos que se realizan debido al estreñimiento constante o recurrente.

Este esfuerzo puede dañar el colon, el recto, los músculos y el ano, lo que a su vez afecta negativamente al control intestinal.

Diarrea

La diarrea es una causa de incontinencia fecal, pero también es síntoma de algo más.

Los ataques agudos (repentinos) de diarrea, como los que se tienen cuando se padece algún problema estomacal, normalmente desaparecen a los pocos días.

La cafeína, los edulcorantes artificiales, el consumo excesivo de alcohol y los dulces pueden provocar diarrea ocasional.

La diarrea crónica (recurrente o constante) puede deberse a numerosas causas, como la intolerancia a la lactosa, las enfermedades inflamatorias intestinales, tales como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, o al síncrome del colón irritable.

Parto

El embarazo puede tensar los músculos del suelo pélvico y el parto puede estirarlos, debilitarlos y, a veces, desgarrarlos, así como dañar los nervios.

Los cortes quirúrgicos (episiotomía) durante el parto también pueden ser el origen de problemas posteriores.

Las heridas debidas a determinados procedimientos durante el parto pueden causar daños a los músculos que, a veces, sólo se muestran años después.

Músculos

Un efecto del esfuerzo debido al estreñimiento es el daño causado a áreas del colon, así como a los músculos.

La cirugía en la región pélvica, el colon y el ano, como la que se realiza en casos de fístulas, hemorroides o abscesos, también puede originar daños musculares.

Prolapso

Ocasionalmente, los pacientes desarrollan lo que se conoce como prolapso, que afectará a la continencia. Tiene lugar cuando un órgano se desplaza o desliza sobre sí mismo.

Por ejemplo, el recto puede desplazarse y hundirse en la vagina, esto se denomina rectocele.

La intususcepción se produce cuando el recto se introduce en sí mismo.

El prolapso se corrige mediante cirugía.

Cirugía y capacidad de almacenamiento

Las cicatrices de la cirugía o las enfermedades pueden reducir la elasticidad del intestino, disminuyendo su capacidad.

Daños nerviosos

El recto, el ano y los músculos implicados en el control intestinal y urinario dependen de las comunicaciones sensoriales al cerebro a través de los nervios. Cuando estos nervios o canalizaciones se dañan, aparecen los problemas.

El daño puede deberse a procedimientos quirúrgicos, a accidentes, como los daños medulares, o a enfermedades que afecten al sistema nervioso, como la esclerosis múltiple.

Enfermedades

Los pacientes con determinadas enfermedades, como la diabetes o espina bífida, así como aquéllos con problemas neurológicos, como los causados por la enfermedad de Parkinson o la enfermedad de Alzheimer, pueden necesitar ayuda para la incontinencia.